«Una gran llamarada solar que termine golpeando la Tierra destruirá satélites, paralizará las centrales eléctricas y el infierno se desatará, es sólo una cuestión de tiempo que esto termine sucediendo, es algo inevitable» – Michio Kaku.
Las grandes tormentas pueden tener consecuencias devastadoras en las ciudades y su población, pero deberíamos preocuparnos más por otro tipo de fenómeno:
Si la Tierra fuese golpeada por una gran tormenta solar, la tecnología quedaría totalmente inutilizada, con las fatales consecuencias que eso conlleva.
«Somos mucho más dependientes de la tecnología actualmente, así que somos más vulnerable al clima espacial de lo que éramos en el pasado», sostiene Thomas Berger, director del Centro de Predicción del Clima Espacial de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés).
«Si hoy en día fuésemos golpeados por un fenómeno extremo, sería muy difícil responder», alerta el experto.
Una tormenta solar por lo general comienza con una erupción solar (una explosión en la superficie del Sol que desprende energía y partículas hacia el espacio).
Las erupciones de clase X son las más fuertes en cuanto a los potenciales efectos sobre la Tierra, que pueden ser devastadores.
Otros peligros procedentes del Sol que se ciernen sobre la Tierra son las tormentas de radiación, que pueden ser muy peligrosas para los astronautas.
Y las eyecciones de masa de la corona solar, una nube de partículas cargadas que pueden tardar días en alcanzar la atmósfera terrestre y que provocan fuertes fluctuaciones electromagnéticas.
¿Qué consecuencias podría tener en la Tierra?
Una llamarada solar de tamaño medio o grande podría enviar ondas de alta radiación de energía comprimidas (rayos X y rayos ultravioleta) directamente hacia nuestro planeta. Esto incrementaría gravemente la ionización de la atmósfera superior.
Así, Berger señala que debido a que en la actualidad la mayoría de la tecnología eléctrica esta basada en la tierra, se fundirían las bobinas de cobre de los transformadores que se encuentran en el corazón de los sistemas de distribución de energía, pudiendo incluso llegar a causar un apagón planetario.
Asimismo, los suministros de agua controlados electrónicamente —como ocurre en la mayoría de las ciudades modernas— dejarían de funcionar, así como la calefacción y el aire acondicionado.
Los cajeros automáticos quedarían inservibles y también los sistemas GPS. Las comunicaciones vía satélite, imprescindibles para la actividad diaria, también correrían peligro con la llegada de una tormenta solar.
Algunas consecuencias se podrían sentir durante años y se necesitaría mucho tiempo para sustituir todos los sistemas dañados a nivel mundial.
Además, una tormenta geomagnética solar afectaría al transporte aéreo. «Cuando los aviones sobrevuelan los polos la única forma de comunicarse con los centros de control es a través de las ondas de radio de alta frecuencia que rebotan en los continentes», indica Berger.
El experto apunta que una tormenta solar tarda aproximadamente ocho minutos en llegar a la Tierra desde que se registra.
La mayor tormenta solar de la historia
La tormenta solar más fuerte de la historia de la humanidad se cree que fue la ocurrida en 1859, también conocida como ‘evento Carrington’, cuando fallaron todos los sistemas de telégrafo de toda Europa y América del Norte al sufrir cortes y cortocircuitos, provocando numerosos incendios.
Asimismo, el cielo se llenó de auroras boreales y australes. Se estima que un evento similar en la actualidad tendría un coste superior a 2 billones de dólares.
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