De siempre se nos ha enseñado que la Luna es un satélite natural, pero esta teoría se ha puesto en evidencia en los últimos años..
Vamos a exponer aquí una serie de razonamientos que aportan luz sobre este tema, y que no descartan en absoluto que la Luna pudiera ser un satélite artificial.
Aproximadamente, el 70% de la composición de la Luna difiere de la de la Tierra, por lo que se descarta la hipótesis de que nuestro satélite se formó a partir de ésta.
La antigüedad de la Luna se calcula en unos 10.000 millones de años mientras que la edad de los planetas que forman nuestro Sistema Solar es de unos 4.000 a 4.500 millones de años, por lo que la idea de que fuera expulsada como roca candescente a partir de éste no se corresponde.
La desproporción del tamaño de la Luna respecto de la Tierra es otro factor a tener en cuenta, pues, en comparación con el resto de los satélites del Sistema Solar en relación a sus planetas, posee el tamaño más grande: alrededor de un cuarto del diámetro de la Tierra.
Si la Luna proviniese de cualquier otro lugar sería difícil creer que, simplemente, quedó atrapada por la gravedad de la Tierra (363.103 km. en su punto más cercano y de 405.696 km. en el más alejado) manteniendo su órbita circular casi perfecta.
Si examinamos con más detenimiento los cráteres de la Luna no es difícil advertir que no poseen la concavidad esperable tras los impactos sobre una base como ocurriría con la Tierra.
Parece como si existiese una coraza, una superficie mucho más dura que no absorbiera los golpes naturalmente.
En la cara de la Luna donde se halla multitud de meteoritos está registrada mayor gravedad que en la cara no visible desde la Tierra, de forma que se evita tanto impacto.
Existe una gran diferencia entre las dos caras de la Luna. La cara que queda oculta se halla totalmente repleta de impactos no sólo de meteoritos sino también de diversos objetos espaciales.
Parece como que el lado visible ha estado siendo protegido por el oculto. Cuando se da un eclipse de Sol, se ve que la Luna tapa a la perfección el disco solar.
Teniendo en cuenta la diferencia de tamaño de ambos y la diferencia de sus respectivas distancias respecto de la Tierra, en verdad que sorprende semejante matemática superposición.
En Octubre de 2009, la NASA llevó a cabo una misión en la Luna con el objetivo de hallar hidrógeno. Aunque un mes después encontró agua en un cráter, la realidad es que la primera parte de dicha misión no salió tal y como esperaban.
En esta operación determinaron impactar sobre la superficie lunar – cráter Cabeus – una nave a 9.000 km/h con la intención de conseguir tal impacto que una nube de polvo se elevara unos 10 km. en busca del hidrógeno.
Todo sucedió según lo planeado, salvo que la altura del polvo fue mucho menor de lo pronosticado para sorpresa de todos los que monitoreaban la transmisión. Esto confirma la teoría de la especial dureza del suelo lunar.
Vasin y Sherbakov, dos científicos rusos, explican, entre otras muchas cosas, los gases que escapan por grietas de la superficie lunar como consecuencia de oquedades rellenas de gases que forman una “atmósfera” interior.
Por otra parte, rocas traídas de la superficie lunar por los astronautas del Apolo 16 contenían hierro oxidado. Recordemos que toda oxidación necesita oxígeno e hidrógeno, así como hierro y agua.
En relación a la asimetría geográfica, deberíamos preguntarnos por qué un 80% de los mares lunares se encuentran en el lado derecho del satélite.
Existen experimentos científicos llevados a cabo en la Luna exponiendo que la Luna no tiene en su centro lava fundida.
Por el contrario, la respuesta de Luna a los impactos es la emisión de un sonido agudo semejante a las vibraciones de una campana que hace pensar en una especie de casco/escudo metálico.
Cuando el cohete Saturno impactó sobre la superficie, los sismógrafos detectaron una vibración de 3 horas y 20 minutos que llegaba a una profundidad de 35 a 40 km. poniendo de manifiesto el efecto campana.
Y no sólo la Luna, existen otros ejemplos de artificialidad en los satélites. Es el caso de Iapetus, en la órbita de Saturno, donde se observa un ensamblaje por el centro en el que hay formando una arista, un pliegue de unos 18 kilómetros de altitud.
Según M. Vasin y A. Sherbakov, no se entiende que la Luna sea lo que es y esté donde está sin una intervención extraterrestre. No se trata de un satélite natural, sino de un planetoide hueco.
La describen así: “Probablemente, tiene una capa doble la base, un denso armazón blindado de un espesor de unos 30 Km, y sobre él una cubierta menos compacta, una capa más fina, de unos 4,5 Km.”
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