Un raro artefacto de aluminio, llamado «cuña de Aiud» podría ser parte de un OVNI de 20.000 años de antigüedad. Corría el año 1973 cuando unos trabajadores de una cantera, cerca de la ciudad de Aiud, en Rumanía, descubrieron accidentalmente a unos 10 metros de profundidad, unos huesos fosilizados junto con un objeto bastante extraño. Los huesos eran de mastodonte, y el objeto se pensó inicialmente que era la cabeza de un hacha utilizada por los antiguos para cazar animales.
El curioso bloque fue donado al Museo de Historia de Transilvania, para ser redescubierto y analizado muchos años mas tarde. Su peso resultó ser de 5 libras, y sus medidas aproximadas de 20 x 12,5 x 7 centímetros.
Los exámenes químicos realizado en un laboratorio de Lausanne, Suiza, para determinar su composición, demostraron que el artefacto estaba constituido en su mayoría por aluminio (89%), con la participación menor de otros 11 metales en proporciones específicas. La gruesa capa de óxido de un milímetro de espesor que cubría de forma pareja al bloque ayudó a fechar la antigüedad de este en unos 400 años. Sin embargo, la capa geológica en la que fue hallado (pleistoceno) sugiere que el mismo ya existía desde hace unos 20.000 años en el pasado.
Florin Gheorghita, por su parte, tuvo la oportunidad de examinar el informe y el análisis realizado bajo la dirección de Dr.Niederkorn del instituto para el estudio de los metales y de minerales no metálicos (ICPMMN), localizado en Magurele, Rumania, hizo hincapié en que está compuesto de una aleación de metal extremadamente complejo.
Gheorghita afirma que la aleación se compone de 12 elementos diferentes, de los cuales se ha logrado establecer también el porcentaje del volumen de la de aluminio (89%). También identificó la presencia de cobre (6,2%), silicio (2,84%), zinc (1,81%), plomo (0,41%), Laguna (0,33%), el circonio (0,2 %), cadmio (0,11%), níquel (0,0024%), cobalto (0,0023%), bismuto (0,0003%), plata (0,0002%), y el galio (en cantidades) .
El hecho de que este objeto de metal raro se haya encontrado junto con huesos de Mamut (mastodonte) causa que uno se pregunte y plantea muchas cuestiones. La sorpresa para los científicos no fue menor, ya que el aluminio en estado puro no se encuentra presente en la naturaleza, y la tecnología para lograr un grado considerable de pureza solo pudo ser alcanzada a mediados del siglo XIX.
La composición química del objeto y su inusual estructura, en la que se destacan dos perfectos agujeros ovales, han provocado el surgimiento de varias hipótesis acerca de su verdadero origen. Mientras algunos opinan que bien pudiera ser la pieza de una herramienta realizada por el hombre actual (no se especifica que herramienta podría ser) otros científicos han comparado al objeto con una versión reducida del punto de apoyo de un modulo de exploración espacial, tales como el modulo lunar o la pata de la sonda Viking.
Según esta segunda versión, el objeto podría haber pertenecido a una nave espacial no terrestre, o un trozo de nave espacial terrestre que cayó en el río. No obstante, ni la antigüedad databa mediante el examen de la capa de óxido, ni la supuesta por el estrato geológico en el que se encontraba, han logrado explicar que función cumplía un objeto de una tecnología tan moderna, en un tiempo tan remoto.
Después se analizaron los resultados de la prueba, la cuña fue enviada al Museo de la historia en Transilvania, Rumania, donde se lo coloco en un estante, inalterado en su posición, durante dos décadas.
Finalmente, en 1995, otro investigador rumano, Florian Gheorghita, se topó con el artefacto en el sótano del Museo. A la cuña se le hicieron pruebas una vez más. Esta vez en dos laboratorios diferentes: el Instituto Arqueológico de Cluj-Napoca y un laboratorio suizo independiente. Las pruebas confirmaron los resultados al que llegaron Fischinger y Niederkorn.
Gheorghita escribió en la publicación Ancient Skies (Cielos Antiguos) donde preguntó a un ingeniero aeronáutico sobre los estudios del artefacto. El ingeniero señaló la configuración y el agujero perforado en la cuña y afirmó que un patrón de abrasiones y arañazos en el metal lo llevó a creer que era parte de un tren de aterrizaje de algún avión.
En fin, el artefacto de aluminio de Aiud es uno de esos misterios que quizá nunca se resuelvan, que nunca comprendamos, mientras no abramos nuestra mente, mientras no seamos capaces de aceptar (o por lo menos suponer) que pudo existir una civilización antes que la nuestra, o un contacto entre seres a través del espacio-tiempo, quizá nosotros en un futuro retrocedamos hasta el pasado con la intención de ver mamuts y a algún despistado se le perdie una pieza de sus herramientas ¿de su nave?… no sabemos… quizá se trate de un error. Pero lo que realmente nos deja perplejos es que cómo pudo esa pieza llegar al sustrato de hace 20.000 años… ¿qué hacía allí?
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