En estos momentos hay una ola de calor en Europa, pero el invierno se acerca. Será brutal y divisivo: la crisis energética se agrava rápidamente mientras Putin estrangula el suministro de gas
Varias calamidades en la última década han estado a punto de destrozar Europa, como la crisis del euro a principios de la década de 2010 y la crisis de los migrantes en 2015.
La crisis energética del invierno de 2022 podría unirse a ellas
Una vez más, la unidad y la determinación del continente están a punto de ponerse a prueba.
La mayoría de los europeos aún no pueden ver ni oler la catástrofe, pero en los mercados las señales de advertencia ya parpadean en rojo.
Los precios para el suministro de gas este invierno, de 182 euros/mwh (184 dólares/mwh), son casi tan altos como a principios de marzo, después de que Rusia invadiera Ucrania, y siete veces su nivel a largo plazo.
Los gobiernos están preparando el rescate de las empresas de servicios públicos paralizadas en Francia y Alemania, y algunos inversores están apostando sobre qué empresas industriales quebrarán a finales de este año a medida que el racionamiento se afiance.
Mientras la mayoría de los políticos europeos no se sinceran con la opinión pública sobre las duras decisiones que se avecinan, incluso los canosos comerciantes de energía, acostumbrados a guerras y golpes de Estado, han empezado a mostrarse preocupados.
Desde que los tanques rusos entraron en Ucrania, existe el peligro de una grave crisis energética
Las sanciones y el chantaje ruso amenazan con separar a Europa de su principal proveedor, y el gas es el punto de estrangulamiento. Satisface una cuarta parte de la demanda energética del continente y Rusia suministra un tercio de la misma.
A diferencia del petróleo y el carbón, que son fungibles y se comercializan a nivel mundial, el gas debe transportarse por tuberías o en forma de gas natural licuado (GNL), utilizando instalaciones que tardan años en construirse o reconfigurarse.
Como bien sabe Putin, el gas es también un mercado en el que Rusia tiene la sartén por el mango. Su economía se derrumbaría sin las exportaciones de petróleo, que han supuesto una media del 10% de su PIB en los últimos cinco años.
Pero Rusia puede vivir sin las exportaciones de gas, que sólo representan el 2% del PIB. Cerrando los grifos de sus gasoductos, cree que puede infligir a Europa más dolor del que se inflige a sí misma.
Hasta hace unas semanas parecía que Europa se libraría de lo peor, ayudada por un mayor número de cargamentos de gas natural licuado procedentes de Estados Unidos y otros países.
Ahora el panorama vuelve a empeorar. Los fallos en un yacimiento de gas noruego tienen parte de culpa, al igual que el clima cálido que crea una demanda de electricidad superior para los aires acondicionados.. Esperemos que el invierno no sea muy duro.
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